Según el pensador francés, Michel de Montaigne (1533-1592), “la verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo.” En Niebla, ningún personaje ejerce un dominio absoluto de sí mismo, ni siquiera Unamuno, el personaje que profesa ser el creador de Augusto y demás personajes. Interpreta el tema del autodominio en Niebla en base a uno (o más) de los siguientes pasajes y otro pasaje elegido libremente por ti. ¿Cuál es el mensaje de Niebla referente al autodominio? ¿Cómo se relaciona el tema del autodominio en Niebla con el tema del destino, libre albedrío, o atrapamiento o uno de los otros temas relacionados (el perspectivismo, el micro-ejercicio del poder, lo absurdo, la fantasía, la agencia)? Extensión: 2-3 páginas.
- «La he estado mintiendo y he estado mintiéndome. ¡Siempre es así! Todo es fantasía y no hay más que fantasía. El hombre en cuanto habla miente, y en cuanto se habla a sí mismo, es decir, en cuanto piensa sabiendo que piensa, se miente. No hay más verdad que la vida fisiológica. La palabra, este producto social, se ha hecho para mentir. Le he oído a nuestro filósofo que la verdad es, como la palabra, un producto social, lo que creen todos, y creyéndolo se entienden. Lo que es producto social es la mentira…» (capítulo XVIII, 204).
- Augusto pensaba: «¡Rana, rana completa! Y me han pescado entre todos.»
—Se quedará usted hoy a comer con nosotros, por supuesto, para celebrarlo… —dijo doña Ermelinda.
—¡Y qué remedio! —se le escapó al pobre rana. (capítulo XXVI, 256) - —¡Y eso más, mentecato! ¡Pues sí, soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo, y el españolismo es mi religión, y el cielo en que quiero creer es una España celestial y eterna y mi Dios un Dios español, el de Nuestro Señor Don Quijote, un Dios que piensa en español y en español dijo: ¡sea la luz!, y su verbo fue verbo español… (capítulo XXXI, 283)
- Y ahora, ahora que está usted dormido y soñando y que reconoce usted estarlo y que yo soy un sueño y reconozco serlo, ahora vuelvo a decirle a usted lo que tanto le excitó cuando la otra vez se lo dije: mire usted, mi querido don Miguel, no vaya a ser que sea usted el ente de ficción, el que no existe en realidad… (296, capítulo XXXIII)